Amara

Dibujo: Nessa G.

– Amara…, ¿qué te pasa…?

– …

– Últimamente, te noto ausente. Te quedas mirando al infinito, como ahora, y siento que desaparezco de tu mundo.

Mírame, te lo ruego. Me tienes muy preocupado. Hace días que sólo le sonríes al horizonte y tus ojos sólo miran serenos al cielo.

Tengo miedo.

– …

– No quiero presionarte… No quiero que hagas nada que no quieras hacer.

Sólo háblame, por favor…

Amara giró lentamente su cabeza hacia él. Le miró fijamente. Sus ojos eran todavía más verdes de lo que él recordaba. Destellos azules parecían asomar cuando el sol reflejaba de lleno su luz en ellos. Separó lentamente sus labios, más rojos que nunca, dejando escapar el aire que parecía contenido en ella desde hacía años, y habló:

– Sólo sueño.

Paralizado, como si fuera la primera vez que la veía, asintió y le impulsó a que continuara.

– Sólo sueño despierta. Sueño con nosotros dos, con lo que pudimos haber hecho juntos.

Las promesas de miles de aventuras que correríamos las hago realidad en mi pensamiento porque el tiempo las ha ahogado, y nosotros también…

Amara no apartaba la mirada de él. Empezaron a asomar lágrimas en sus ojos. Se había callado muchas cosas. Cosas que pensó que a él no le interesarían y que, por otra parte, no le interesaban.

La culpa, si es que existe, es de los dos. No supimos aprovechar lo que teníamos. Nos dedicamos a dejar pasar los días y a empezar con «quizá mañana», pero ese mañana nos consumía en cada presente. Ahora ya pasó…

– …A-ma-ra…, yo…

– No digas nada, por favor. No hace falta,en serio.

Amara giró de nuevo su cabeza hacia el horizonte, que hacía más verdes sus ojos y más azules sus días, y respiró profundamente.

Por fin, después de tanto y nada, se sintió libre.

M. L. F.

39 comentarios en “Amara

  1. Final alternativo 🙂

    En la cómoda, justo debajo del espejo, había una foto enmarcada. El sonriente joven del retrato también miraba al horizonte, el mismo, que ahora Amara contemplaba.
    Él, encontró su libertad, meses atrás, cuando el ciego Amor que decía profesarla no veía la forma de decirle que ya estaba con otra. Y, un día, sin mediar palabra, él se fue mientras Amara desde la ventana lo saludaba.
    Ahora por fin, después de tanto y nada, se sintió libre.
    Amara giró de nuevo su cabeza hacia el horizonte, que hacía más verdes sus ojos y más azules sus días, y respiró profundamente.
    Saludos Marina, buen relato 🙂

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